Katmandú y la Estupa de Boudhanath
En el vuelo de regreso a Europa nos regalamos una última noche en Katmandú – una parada, salvaje y nostálgica, pues la estupa de Boudhanath llevaba años en lo más alto de mi lista de deseos, y esperaba que hubiera sobrevivido al terremoto. Pero al bajarnos del taxi, nos llevamos una decepción: la punta y las muchas banderas de oración faltaban – ¡arghhh! – un contraste entre esperanza y realidad, áspero y amargo.
Una noche impresionante
Aun así, la velada en torno a la estupa de Boudhanath fue impresionante, un espectáculo de espiritualidad y silencio. Al día siguiente, el camino al aeropuerto se sintió extraño, pasando junto al gran campamento de tiendas donde aún vivían quienes lo perdieron todo en el terremoto de hace medio año – hoy casi olvidados, un momento de duelo y reflexión. Seguro que volveremos, ¡aunque solo sea por eso!
Final de un viaje inolvidable
Así terminan tres semanas profundamente impresionantes en el Tíbet – ¡WOW! Difícil de superar, con un eco que resonará por mucho tiempo. ¿Volveré alguna vez? No lo sé. Las vacaciones fueron casi demasiado perfectas, y el desarrollo del Tíbet en los últimos años duele – podría doler aún más la próxima vez. Ya veremos si me lo pienso. Ahora ya están seleccionadas y editadas casi 11.000 fotos, el fotolibro está en la estantería, ¡y quien quiera un póster de este viaje al Tíbet puede echar un vistazo aquí!