Antiguos templos y la ciudad amarilla de Izamal – Yucatán desde el cielo
Yucatán me llamó con sus secretos, y fue Izamal, la pequeña ciudad de fachadas amarillas, mi primera parada. Desde el cielo, brilla como un rayo de sol – cada casa, cada rincón bañado en un amarillo cálido, un contraste entre vida y silencio que atrapa la mirada.
El corazón de Izamal
En el centro se alza el convento de San Antonio de Padua, un gigante amarillo con amplios arcos, construido sobre los restos de una antigua pirámide maya. Esta fusión de pasado y fe late con fuerza – un baile de historia y color. A su lado se eleva la pirámide de Kinich Kakmó, un guardián silencioso que se acurruca entre las casas modernas – áspero y a la vez sereno, un testimonio que ha vencido al tiempo.
Aké – Misticismo entre el verde
Cerca de Mérida se encuentra Aké, un rincón tranquilo marcado por la herencia maya. La gran plataforma, con sus restos de columnas macizas, susurra historias de antigua grandeza. La vegetación densa que lo rodea baña el lugar en una luz mística. Restos de murallas hablan de defensa y vida – quien camina aquí, siente el aliento de un mundo que ya no existe, salvaje pero en paz.
Ek Balam – La acrópolis se alza
En el norte de Yucatán se abre Ek Balam, donde la acrópolis domina desde el aire como un rey sobre la selva. Escaleras empinadas y delicados relieves en estuco se dibujan con claridad – un contraste entre grandeza y detalle. A su alrededor, las ruinas reposan en un orden perfecto, integradas al paisaje, prueba del ingenio maya. Este sitio, tranquilo y bien conservado, respira armonía – un lugar donde naturaleza e historia se funden.