Isla de Pascua (Rapa Nui)
La Isla de Pascua, llamada Rapa Nui por sus habitantes, fue durante años un sueño lejano: tan mística con sus colosales estatuas Moái, cuya historia sigue envuelta en misterio – salvaje y remota. Cuando a Luisa le surgió de forma espontánea un viaje de trabajo a Sudamérica y yo conseguí dos semanas de vacaciones, ese sueño, de repente, se volvió alcanzable – un poco loco, porque tras nuestra ruta por Bolivia y el desierto de Atacama solo quedaban dos días completos. El vuelo desde Santiago es caro y dura cinco horas, pero… ¡es la Isla de Pascua!
Un comienzo cansado y una bienvenida mágica
A las cinco de la mañana, aún con sueño, me despedí de Luisa – “Nos vemos en cuatro días en Alemania” – y ya estaba sentado en un 777 lleno rumbo a esta isla solitaria entre Chile y Australia. Me recibieron con música tradicional y collares de flores, dejé rápido el equipaje, alquilé un 4×4 algo destartalado y me lancé a explorar. La primera impresión se quedó grabada: un paisaje amplio y llano, con casas dispersas, caballos por todas partes y reggae relajado saliendo del viejo radiocasete – un contraste entre soledad y vida.
A solas con los Moáis
Con la guía A Companion to Easter Island como compañera, planifiqué evitar los buses turísticos y lo logré: muchas veces tuve los Moáis solo para mí – impresionante verlos allí, restaurados, mientras otros yacían tumbados y cubiertos de vegetación. Los dos días pasaron como una película, el estrés del viaje se desvaneció, un baile entre historia y asombro.
Estrellas y amanecer
Ya de noche, me quedé fuera hasta pasada la medianoche – el cielo estrellado me sorprendió, y tras una breve conversación, me permitieron visitar los Moáis también de noche. Dormí poco, porque a las seis ya estaba de nuevo en marcha para ver el amanecer en Ahu Tongariki. Después visité el grupo de Moáis en la playa de Anakena. Con el jeep fuimos parando aquí y allá, lanzando el dron al cielo – tomas aéreas que capturaron la inmensidad, áspera y majestuosa. Por la tarde llegaron las lluvias, y después de tanta emoción y una noche corta, me sentí rendido – ¡dos días son muy poco para esta isla! Una semana, quizás a caballo, sería un sueño.
Un sueño hecho realidad
Después de más de medio año, lleno de trabajo y con la mudanza a Constanza, las fotos por fin ven la luz – poco a poco me doy cuenta de que ese sueño se volvió realidad… impresionante, una experiencia que queda profundamente grabada en el corazón.
La única ciudad en Rapa Nui – Hanga Roa – con unos 3.000 habitantes:
Moaigruppe “Tahai”:
Die Moai “Produktionsstätte” am Vulkan Rano Raraku:
Sonnenuntergang bei der Moai Gruppe “Tongariki”:
Moai Gruppe am Anakena Strand:
Sonnenaufgang am Tongariki:
Und wieder zu den Moais am Anakena Strand: