Del lago Nam Tso al monasterio de Reting
Tras una noche fría en el lago Nam Tso, nos levantamos temprano para encontrar un buen lugar para ver el amanecer – un comienzo, salvaje y desafiante, con aire enrarecido por la altitud, que hizo agotadora la subida a la montaña cercana justo antes de la salida del sol, un contraste entre esfuerzo y recompensa. Después de un hermoso amanecer y un desayuno escaso, seguimos camino hacia el monasterio de Reting (Radreng), áspero y elevado.
Un monasterio extenso
El complejo monástico impresionó por su amplitud, al igual que el bosque que lo rodea, único en el contexto tibetano – un espectáculo de naturaleza y arquitectura. La noche en el monasterio volvió a ser fría, aunque nuestra habitación junto a la cocina se mantuvo caliente – eso sí, al día siguiente toda la ropa olía a comida, un momento de comodidad y compromiso.