Monte Everest / Qomolangma
Después de una noche en Shegar, seguimos en coche con destino al Everest – un trayecto, salvaje y emocionante, por carreteras sorprendentemente bien asfaltadas, tanto que incluso un Peugeot 206 llegaría hasta el campamento base, un contraste entre sencillez y logro. El paisaje montañoso del camino nos impresionó con su belleza árida, áspera y majestuosa.
Vistas que cortan la respiración
La vista desde el último paso de montaña hacia el Himalaya fue simplemente brutal – un horizonte extremadamente amplio, aire cristalino y la visión de tres ochomiles: Lhotse, Cho Oyu y Everest – un espectáculo de amplitud y altitud. Al llegar al Everest dejamos rápidamente nuestras cosas en una pequeña y fría habitación, antes de caminar hasta el campamento base y disfrutar del atardecer desde el monasterio de Rongpu – el más alto del mundo, a 5200 m – un momento lleno de frío.
Una puesta de sol espectacular
El frío era cortante, potenciado por ráfagas regulares de viento del Everest que al final nos dejaron congelados. Pero el atardecer fue espectacular – sin una sola nube y con la típica bandera de nieve ondeando en la cima por el constante viento del oeste. Después de la cena salí solo otra vez para hacer fotos del cielo estrellado – un final lleno de asombro.