A través de Topes de Collantes rumbo a Trinidad
Después de una noche en Santa Clara, al día siguiente tomamos el coche hacia el sur en dirección a Trinidad, la colorida ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO – un destino, salvaje y lleno de color. El trayecto por el Parque Nacional Topes de Collantes no fue menos impresionante, con su hermoso paisaje verde y pequeños pueblos, un contraste entre naturaleza y tranquilidad.
Un desvío lleno de descubrimientos
En lugar del camino directo, elegimos un pequeño desvío al este de Topes de Collantes. Una de las paradas fue la Finca Guachinango, una finca bien restaurada que hoy funciona como restaurante turístico – un lechón se asaba al fuego, pero una cerveza fría nos atrajo más. Tras una breve pausa, continuamos hacia el Torre de Manaca, una torre con vistas magníficas sobre el paisaje al sur de Topes de Collantes y los campos de caña de azúcar, un espectáculo de amplitud y cultura.
Un desvío abandonado
Poco antes de llegar a Trinidad, a mano izquierda, nos llamó la atención el edificio abandonado del Ingenio Jesús de Nazareno de Buenavista – una parada inevitable, áspera y misteriosa. Poco después del atardecer, llegamos por fin a Trinidad, con ganas de disfrutar de una cena rica y buena música en sus coloridas calles, un momento de relajación tras un día lleno de aventuras.