Drigung y Terdom
Después de una noche en el monasterio de Reting, continuamos el viaje por la altiplanicie tibetana hacia el monasterio de Drigung – un recorrido, salvaje y emocionante, a través de un paisaje impresionante, un contraste entre libertad y restricción. El estado de ánimo de nuestro guía era extraño y temeroso – aparentemente, está muy restringido tomar fotos, y algunas agencias de viajes ya recibieron multas del gobierno, aunque no existen directrices claras, áspero e incierto.
Fotografías con precaución
Dentro de las salas del monasterio no hubo problema para fotografiar, pero para cada toma del paisaje preguntaba primero a nuestro guía si le parecía permitido el encuadre – un espectáculo de precaución e inseguridad. No fue el único episodio del viaje que nos hizo reflexionar sobre los métodos o comportamientos del gobierno, pero hay que tener cuidado con lo que se publica en Internet… Cada uno debería hacerse su propia idea. Después de la visita, seguimos hacia Terdom y sus aguas termales – salvo el mirador, el pueblo resultó bastante insignificante, la noche más sucia y fría de todo nuestro viaje, por lo que, tras cuatro días, agradecimos aún más una ducha caliente y una habitación acogedora.